En el siglo XIV la numeración romana era sólo una abreviación de las siglas de las cantidades escritas con todas sus letras pero totalmente impracticable para realizar directamente cualquier cálculo sin recurrir a instrumentos particulares, como el viejo ábaco. Desde finales del siglo X se comprobó su inutilidad y se sustituyó por la numeración hindú , introducida en occidente por los árabes pero hasta la actualidad se sigue utilizando.
Los notarios conservaron un estilo propio particularmente en la escritura. . La transición de la algoritmia o aritmética de origen indoárabe fue una transición demasiado lenta que requirió largos siglos.
En el siglo XVII todas las reglas que actualmente se enseñan en las escuelas elementales estaban definidas y ya se difundían sin ninguna prohibición ni resistencia.
Desde el siglo XIII fue famosa una escuela de ábaco que indicaba el nuevo sistema de cálculo en aritmética en sentido amplio, matemática, financiera, y geometría, incluso astronomía, astrología y el arte del calendario, preocupados por adquirir conocimientos útiles para la administración religiosa y civil También en los Studia universitarios se estudiaban las matemáticas pero con conocimientos enfocados a actividades profesionales emergentes.
Hasta la mitad del siglo XIX, los libros de lectura para la escuela elemental aún no estaban destinados a los alumnos sino a los maestros y los contenidos de estos eran revelados con gran circunspección.
Desde el siglo XIV se distinguían alumnos latinados y no latinados, los primeros estaban destinados proseguir los estudios tradicionales del trivio y del cuadrivio para luego acceder a las profesiones liberales y los segundos accedían generalmente a las escuelas de ábaco con el propósito de prepararse para un buen empleo administrativo o contable.
El mercader poco a poco se interesaba en los mapas de tierras y mares, instrumentos indispensables para la expansión y la aceleración de los tráficos y su influencia en la renovación cultural y pedagógico-didáctica fue muy fuerte desechando la utilización del ábaco.
Otra gran novedad del siglo XIV fueron los manuales de artes y oficios, sobre todo las artes de la lana y de la seda del siglo XV y lo manual también se asocia al libro que es portátil y manejable de acuerdo con las exigencias de la actividad de un mercader y sus colaboradores siempre en movimiento. Es hasta el siglo XVII que el libro comienza a asociarse con la imagen común del alumno o de quien aprende.
Hasta el siglo XVII los conocimientos y relaciones eran operativo-conceptuales que aún no se codificaban por escrito, por lo tanto se aprendían por la tradición oral.
Al prescindir de los libros se privilegiaban las operaciones verbales-escritas combinadas con un adiestramiento intelectual.
Los notarios conservaron un estilo propio particularmente en la escritura. . La transición de la algoritmia o aritmética de origen indoárabe fue una transición demasiado lenta que requirió largos siglos.
En el siglo XVII todas las reglas que actualmente se enseñan en las escuelas elementales estaban definidas y ya se difundían sin ninguna prohibición ni resistencia.
Desde el siglo XIII fue famosa una escuela de ábaco que indicaba el nuevo sistema de cálculo en aritmética en sentido amplio, matemática, financiera, y geometría, incluso astronomía, astrología y el arte del calendario, preocupados por adquirir conocimientos útiles para la administración religiosa y civil También en los Studia universitarios se estudiaban las matemáticas pero con conocimientos enfocados a actividades profesionales emergentes.
Hasta la mitad del siglo XIX, los libros de lectura para la escuela elemental aún no estaban destinados a los alumnos sino a los maestros y los contenidos de estos eran revelados con gran circunspección.
Desde el siglo XIV se distinguían alumnos latinados y no latinados, los primeros estaban destinados proseguir los estudios tradicionales del trivio y del cuadrivio para luego acceder a las profesiones liberales y los segundos accedían generalmente a las escuelas de ábaco con el propósito de prepararse para un buen empleo administrativo o contable.
El mercader poco a poco se interesaba en los mapas de tierras y mares, instrumentos indispensables para la expansión y la aceleración de los tráficos y su influencia en la renovación cultural y pedagógico-didáctica fue muy fuerte desechando la utilización del ábaco.
Otra gran novedad del siglo XIV fueron los manuales de artes y oficios, sobre todo las artes de la lana y de la seda del siglo XV y lo manual también se asocia al libro que es portátil y manejable de acuerdo con las exigencias de la actividad de un mercader y sus colaboradores siempre en movimiento. Es hasta el siglo XVII que el libro comienza a asociarse con la imagen común del alumno o de quien aprende.
Hasta el siglo XVII los conocimientos y relaciones eran operativo-conceptuales que aún no se codificaban por escrito, por lo tanto se aprendían por la tradición oral.
Al prescindir de los libros se privilegiaban las operaciones verbales-escritas combinadas con un adiestramiento intelectual.